En el huerto, donde van madurando los recuerdos, tengo uno de cuando llevaba pantalones cortos y leotardos hasta las rodillas. Por cierto antes llevabamos esas prendas, hasta en invierno y por necesidad, ya que no se encontraban demasiadas alternativas y hay que joderse, ahora se llevan por snobismo. Volviendo al recuerdo de archivo mental, se trata de la típica fotografía, que todos hemos visto alguna vez en algún rancio hospital, de una enfermera con cofia, en actitud de pedir silencio con la tipica pose del dedo sobre los labios. Por asociación de imagenes, esa enfermera, me acerca aquella primera sala de espera del ambulatorio, donde me hicieron sufrir y que por motivos obvios, he procurado olvidar, a la vista está sin conseguirlo.
Luego a través de los años, uno que ha rodado más que los cantos de un rio, va descubriendo que hay muchos tipos de sala de espera, que no son precisamente recintos fisicos. Me refiero a las salas de espera mentales, antesalas de los lugares donde se conjugan todos los verbos en presente, pasado y futúro.
Ignoro si los psicólogos tienen algún término, para designar lo que los ingleses llaman el "stand by", en todo caso lo que si está claro, que la siguiente parada sería la ansiedad. En estos momentos en este pais, la ansiedad nos desborda a todos, por motivos conocidos y sobrados, que los medios de comunicación no se cansan de airear.
Hay alguna posibilidad, pregunto, de enviar mensajes de optimismo a esas personas, entre las que me incluyo, que habitan en tantas de esas salas de espera, con la esperanza de un mañana mejor y si esto no es posible, que al menos dejen de manipular y tomen al pie de la letra lo que les muestra la enfermera de la cofia. Que digo yo, que esa recomendación, siempre será más suave, que directamente, mandarles a tomar por el culo.